jueves, 4 de septiembre de 2008

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Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media, un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer.
En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino y por eso desde el primer momento, se procuró un chivo expiatorio para encubrir al culpable.


El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas chances de escapar al terrible veredicto... LA HORCA!!

El juez, también complotado, cuidó de dar todo el aspecto de un juicio justo, por ello dijo al acusado:

“Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, vamos a dejar en manos de El tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras:

CULPABLE e INOCENTE. Tú escogerás y será la mano de Dios la que decida tu destino.”

Por supuesto el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda: CULPABLE y la pobre víctima aún sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria.

El juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados. Este respiró profundamente quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse abrió los ojos y con una extraña sonrisa tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca, lo comió rápidamente.

Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente: Pero, ¿qué hizo?, ... Y ahora? ¿Cómo vamos a saber el veredicto?

Es muy sencillo, respondió el hombre. Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué!...

Con rezongo y bronca mal disimulada, debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo.

Moraleja: Por mas CRITICA que se nos presente una SITUACION, nunca dejemos de buscar la salida, ni de luchar hasta el último momento.____________________________________________________

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